domingo, 14 de enero de 2024

El odio

Cuando lo arrases todo,

y ya no queden más que los cadaveres,

seguirás odiando mi presencia.


No tendrás suficiente

con tu afán de venganza convertido en excusa,

seguirás esperando a tu mesías,

creyendo que eres el elegido

por encima del cielo 

y de mi tierra.


Usurparas la nada,

porque la nada también te pertenece,

olerás el aire del mismo crematorio de tu holocausto,

me matarás de hambre,

me robarás los dientes,

me encerrarás en el gueto de la raza,

dejarás que las ratas me roan la esperanza

con la indiferencia de las naciones.


Tendrás la sensación 

de haberme aniquilado,

que la historia ha llegado a su final.


Pero en el llanto de tus hijos al nacer

escucharás los gritos de los míos,

golpearás sus cráneos en el muro de las lamentaciones,

celebrarás  el Shabat 

con el caldo de sus médulas oseas

y entraran en el intestino de tus sueños.


En cada amanecer

se llenará de sangre el sol 

cuando ilumine el cese de los bombardeos.


De los escombros de la ciudad de Gaza 

se asomarán los ojos de las larvas 

y no podrás esquivar mi mirada.


Recorrerás la santidad de tus calles

vestido con el luto de mi agonía

y en tu sombra te perseguirá el miedo

de saber que llevas la semilla

del genocidio incrustado en los genes.


Porque es el odio el que te sustenta,

y solo el odio

tu herencia y tu legado.



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