jueves, 15 de agosto de 2024

Microrrelato. Justicia

 En el salón, un charco de sangre rodeaba la silueta del cadaver; la aguja que marcaba las doce se le había clavado en la sien; el péndulo y la caja aplastaban su cuerpo y los zapatos sobresalían por debajo del reloj de pared al que cada mañana daba cuerda. 

La funeraria confirmó que se debió a un  accidente doméstico, y al no hallar familiar a su cargo, decidió reutilizar el reloj como ataúd.

Mientras, en el bosque contiguo, un cucú con un ojo humano colgándole del pico, revoloteaba libre entre la flores.

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