El perro ha conquistado tu lugar en la cama,
no me importa que la llene de pelos.
Lo abrazo en la mañana
como una niña tonta se abraza a su peluche.
Le doy los buenos días,
le hago carantoñas y le miro a los ojos,
jugueteo con él de madrugada,
lo acaricio, lo mimo, lo consiento,
ha dejado su olor por todas partes.
Temo que un día de estos,
en un despiste,
le llame por tu nombre.
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