Mi libertad se subleva en el quicio
de las sombras,
en la bandera de los desertores que danzan en la luna,
en el aullido de las sirenas de los hombres encorsetados de poder,
en el pétalo de una piel que galopa los prados del oprobio,
en la piedra, la navaja, la paliza de las palabras garabateadas sobre una acera de barrio,
en la armadura nacida del derecho,
en el corazón de la simiente
que arranca el orden de raíz.
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