A falta de unos pocos segundos
nos alineamos miles de personas en la orilla,
frontera de los sueños.
Creí por un instante
que venía a recibirte con los brazos abiertos,
a achicar el agua de tus pulmones,
a socorrer la angustia en tus pupilas,
a darte de beber y acercarte a la hoguera,
amarte como lo hace una madre,
una hermana, una amiga,
un ser humano.
En los dorados del castillo de fuegos
relucía la victoria de tu último deseo,
y acallaba tu grito
el júbilo de las olas y las risas.
Quiero volver al mar,
y que Sant Joan celebre
tu bienvenida.
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