Desde la fuente de los espejos fragmentados
llega un aroma extenso de luz salada.
Me nacen plumas en los ojos para llegar al sol de tu rostro disfrazada de aurora
y así fundirme en el fuego de tus pechos.
Me atrapan conchas salivadas de anhelo
por hundirme en la arena de tu vientre
y me marea la voluntad de amarte
con el remolino de la melancolía.
Te deseo a pesar del tsunami de mis miedos nocturnos,
a pesar del vuelo a contraviento,
a pesar de la caída en picado del acantilado prohibido de tu boca,
de la lluvia que encharca mis besos escamados por la indiferencia,
a pesar de la utopía de tenerte,
a pesar de sumergirme en el mar
de los imposibles.
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