Me estoy acostumbrando a dormir sola.
Abrazar la almohada,
despertarme sin besos,
retozar remolona en el colchón de la pereza.
¿Cómo será otro encuentro?
¿Rozaré los dedos con sigilo?
¿Apaciguaré el miedo esquivando los ojos?
¿Pediré otro vaso de elixir
para emborrachar la espera otros mil años?
El tiempo palidece el espacio,
tanto que no recuerdo tu figura,
he borrado tu voz de la lista de mis favoritos,
vaciado la galería de retratos,
y guardado tu ropa en otro armario.
Todo ocupaba demasiado esfuerzo.
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